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Leyendas

sobre planetas

Escrito por Juan Ignacio Arias

Dwedión 

La estrella Dwedión es lo mas similar a un huevo de ave fénix, en el que cuatro inquietantes retoños crecieran quemándose a perpetuidad sin nacer y sin morir. Brilla intensamente de forma regular, como si fuera una brasa hecha en el molde de una forja de constelaciones con el diseño hecho en serie. El hemisferio occidental está cubierto por gas negro aunque los navegantes estelares dicen que es solo una fuga eterna de aliento mítico.

Sondora

Sondora es un planeta azul, oxigenado y en todo parecido al viejo planeta Tierra. Pero esa semejanza atmosférica es aparente.La vegetación crece en los mares, desplazada de las plataformas continentales en las que conviven en rara conjunción los desiertos de arena y de hielo. Como su geografía es errónea y extrema los Sondorianos han desarrollado con los milenios nuevos materiales con los que han hecho continentes que han superpuesto por encima, como una alfombra protectora que los aísla de las inclemencias. Desde allí intentan corregir la distorsión y como todos, fracasan, distorsionándose hasta asimilarse con su planeta equívoco.

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Tagwresa

Tagwresa es una bola cóncava de diamante con cordilleras de hasta mil kilómetros que no llegan a tocarse en el núcleo. Una mini galaxia lo atravesó dejándole un orificio de entrada y otro de salida. Por allí aúllan los vientos siderales y se enredan los cometas sin paz, en permanente viaje de regreso a la sombra. Por eso su órbita es inestable.

Enesia

Bajo los intrigantes continentes plegados sobre hielo de Enesia, hay conos de agua que comunican con el centro del astro, de gravedad asimétrica. Cuando Fidra, la estrella que le da vida aparece en la región oriental, el agua se retrae hacia el interior, formando un imposible mar que despierta a inanes, seres de duros párpados y doble hálito. En los cráteres de la superficie la luz revela otro tipo de vida: los invisibles dioses de Enesia, ocultos a los ojos de los seres del agua, bañándose en la radiación de un pulsar.

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Burdessa

Todos los habitantes del planeta Burdessa viven ocupando un solo continente de sal y turmalina en ciclópeas cárceles que se ven desde su atmósfera como costuras o remiendos de un parche hecho con prisas. Sus opresores se fueron hace tiempo y las cerraduras ya no funcionan pero los Burdessianos no salen del cubo que es su hogar. Respetan al planeta y lo dejan vivir su larga vida, incomprensible para sus efímeras existencias confinadas.

Samán

Samán es un gigante de hielo, con un hueco en forma de criatura, como si en su deriva hubiera chocado con un ser primigenio que ha dejado su huella en superficie y permanece inmutable en el lecho abisal , respirando pasado. Los Samanianos, seres de frío, pensamiento lento y oráculos chirriantes no llegan hasta el borde de su mar. Temen a la criatura , intuyendo que sus ojos sin párpado despertarán si ven algún día una perturbación en su paisaje inmutable.

Pañula

Pañula no es un planeta. Es como una medusa de granito y níquel soportada por toberas de obsidiana. Orbita al borde de una agujero negro, sin llegar a caer o deshaciéndose en ínfimos pedazos hasta que ya no sea. Los navegantes estelares se guían por su presencia como si fuera una baliza al borde del abismo que al otro lado es un volcán de nada.

Sinesia 

La luna de Sinesia es un globo en el que los continentes semejan caras iluminadas desde el interior o bacterias bajo la lente de un microscopio. Sus mares de óxido son el último vestigio de una civilización que soñaba con llegar al borde de la galaxia en naves de cobre. Si el tiempo y el espacio no los han tragado, estarán por ahí, goteando la nostalgia de su planeta en negrores.

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